Una de las particularidades que nos distingue a los seres humanos del resto de los animales es la capacidad de hablar, es decir, articular palabras para hacernos entender los unos con los otros. Pero la palabra no es más que un sonido convencional que a través de la historia y del tiempo ha evolucionado y ha llegado a tener un significado concreto. Luego, la fuerza real y primigenia radica en el sonido. Ese sonido, ya sean palabras o simples voces, utilizado de una manera dirigida e intencionada, es el que puede llegar a tener efectos sanadores y equilibradores sobre el ser humano.
La Voz puede ser considerada como una de las formas de sanación más antiguas de la historia. Desde los griegos hasta los indios americanos; desde los chinos hasta los aztecas y mayas, pasando por hindúes, tibetanos y egipcios, todos los pueblos antiguos utilizaban el sonido, la voz y el canto como fuerza revitalizadora, creativa y sanadora y transmitían, además, sus conocimientos de generación en generación.